Thursday, August 17, 2006

feijoada

La noche que llegué a Brasilia, después de 24 horas de viaje, Bárbara y su novio Romero me llevaron a 3 fiestas. Dos cumpleaños y una despedida de una chica que estaba yendo para chile. Las fiestas aquí son bastante parecidas a las nuestras, con la pequeña diferencia de que aquí parece haber una proporción inmensamente mayor de chicas guapas.
Al día siguiente fuimos a comer feijoada. La feijoada es un plato típico de Brasil basado en arroz y frijoles, con carnes de todas las partes del cerdo, naranja, limón y maíz tostado en polvo que aquí se llama farofa. Ese plato que se aprecia en la foto me costó 45 pesos de los nuestros, en un buffet donde uno podía servirse todo lo que quisiera de esto, todas las veces que aguantara.
Lo sorprendente de este asunto, por grande que pueda parecer mi plato, es que era pequeño comparado con lo que se servía la gente local. Las chicas se servían platos iguales o más grandes; y ninguna de ellas era gorda!!!!! Al pasar el tiempo he descubierto que el buffet hiperatascado es una forma muy común de comer aquí. Ya me estoy acostumbrando. Creo que no va a volver el mismo flaquito que salió de México.

Sunday, August 06, 2006

previosII: más sobre la visa

Hace mucho que no escribo en el blog. La razón: los preparativos para el viaje, el trabajo en el laboratorio y las noches pasadas con Baxter, Ana y Jero viendo Lost.

Ahora ya estoy en Brasil, pero antes de comenzar a escribir sobre esto, tengo que terminar de describir aquella odisea que fue conseguir mi visa.

La burocracia brasileira es igual de ineficiente que la mexicana, y cuando se combinan las dos el resulado es terrible.

Entre los múltiples papeles que tuve que presentar en el trámite de la visa estaba una carta certificando que soy una buena persona y no tengo anecedentes penales. Para obener tal papel, es necesario ir al reclusorio oriente; que se encuentra en el último confín de Iztapalapa. Esas tierras que Mufasa le advirtió a Simba jamás visitar; tierras olvidadas hasta por el santo patrono de nuestra ciudad: don Carlos Slim.

Fui ahí no una, sino dos veces. La primera visita fue sólo para escribir mi nobre en un papel y mostrar mi credencial de elector con el fin de solicitar la mentada carta. La segunda fue para recoger un papel que decía que mi solicitud no podía ser atendida debido a que para obtener la carta de no antecedentes penales, es necesario contar con una petición escrita de la dependencia que solicita dicho documento. Claro que esto no me lo dijeron cuando hablé para pedir información, sino que los estúpidos burócratas esperaron a que yo fuese ahí dos veces.

Volví a la embajada el día de mi cita, preocupado porque no contaba con esa carta que era requisito. Ni siquiera me la pidieron. Di mi pasaporte, la carta de aceptación de la universidad de Brasilia y el comprobante de que tenía suficiente dinero para venir aquí y en menos de 30 segundos me otrgaron la visa.

La odisea terminó felizmente cinco días hábiles después cuando fui a la embajada por tercera vez a recoger mi visa.

Hoy es mi tercer día en Brasil y acabo de regresar de la quinta fiesta a la que he ido desde que llegué. Pero sobe esto escribiré después, tengo que ir a cocinar la cena.